SE IMPECABLE CON TUS PALABRAS...

Una palabra es como un hechizo, y los humanos utilizamos las palabras como majos de magia negra, hechizamos los unos a los otros imprudentemente. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las plabras.

Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos para nadar, para los deportes o para bailar. Alguien da una opinión y dice: “! Mira que niña más fea!”. La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es fea. Estará bajo ese hechizo.

EL MAYOR PECADO QUE COMETES ES RECHAZARTE A TI MISMO.

Hacemos un mal uso de las palabras con gran frecuencia, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en un estado de miedo y duda. Dado que las palabras son la magia que poseemos los seres humanos y su uso equivocado es magia negra, utilizamos la magia negra constantemente sin tener la menor idea de ello.

Durante años, las palabras de los demás nos han transmitido chismes y nos han lanzado hechizos, pero lo mismo ha hecho la manera en que utilizamos las palabras con nosotros mismos. Nos hablamos constantemente, y la mayor parte del tiempo decimos cosas como: “estoy gorda. Soy fea. Soy estúpida, nunca entiendo nada. Nadie me quiere. Nunca seré lo suficientemente bueno. NUNCA SERE PERFECTO” ¿Ves  de qué modo utilizamos las palabras contra nosotros mismos?”.

Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa, fantástica. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir.

El arte de la domesticación.

Tú no escogiste tu lengua, ni tu religión ni tus valores morales: ya estaban ahí antes de que nacieras. Nunca tuvimos la oportunidad de elegir que creer y que no creer. Nunca escogimos ni el más insignificante de estos acuerdos. Ni siquiera elegimos nuestro propio nombre.

Domesticamos a los niños de la misma manera en que domesticamos a un perro, un gato o cualquier otro animal. Para enseñar a un perro, lo castigamos y lo recompensamos. Adiestramos a nuestros niños, a quienes tanto queremos, de la misma forma en que adiestramos a cualquier animal domestico: con un sistema de premios y castigos.

Debido a ese miedo a ser castigados y a no recibir la recompensa, empezamos a fingir que somos lo que no somos, con el único fin de complacer a los demás, de ser lo bastante buenos para otras personas.

La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida, ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal auto domesticado. Ahora nos domesticamos a nosotros mismos según el sistema de castigos y recompensas. Nos castigamos a nosotros mismos cuando no seguimos las reglas de nuestro sistema de creencias; nos premiamos cuando somos “un niño bueno” o “una niña buena”.

No te rindas…
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un recuerdo
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti

Hay películas que hablan por si solas, y la verdad que Cadena de Favores es una de ellas. Muchas veces pensamos que hacer algo pequeño por alguien no puede llegar a trascender en importancia.
En Paz Interior creemos que cualquier pequeño detalle, puede llevar de la mano un “GRAN MOVIMIENTO”, quizás haciendo el balance de nuestras vidas nos decimos y preguntamos ¿Qué he hecho por cambiar el mundo?

Tomen nota de esta película, realmente nos invita la profunda reflexión de que aún nos falta aprender mucho de  “espíritus frescos”.

IDEAS PARA VIVIR

Testamento de un suicida

¿Quizás no era de la misma naturaleza? ¿o mi visión del mundo era incoherente? Pero así era, así soy y así me recordaran la “Niña de Cristal”. Nunca supieron comprenderme, yo veía la vida con ojos diferentes, yo sabía con exactitud como sentían la vida, como querían, anhelaban y como se levantaban después de cada batalla frustrada.

Pero quizás nadie sabía cómo me sentía yo. Mi observación continua fue suficiente para comprenderlo, la vida tiene muchos puntos de vista, muchos ángulos…en este preciso instante en el que yo me voy, que desaparezco de este mundo infeliz, que no cree en nada, ni en sí mismo.

Una vida da para tantos recuerdos, tantas miradas tantas caras borrosas en la mente de una persona. Que fácil era perder la razón y vivir sin pensamiento, ahora lo veo todo mucho más claro.

Ya no tengo nada que perder, he sido capaz de terminar mi vida yo sola,  basándome en todo aquello de lo que me arrepiento todavía. Quizás la influencia de los demás causaba más impacto en mi, ¿Cómo una persona puede ser capaz de vivir, todo aquello que otras personas experimentaban? Un don… no lo creo por otro lado todos somos felices, todos nos enamoramos, todos reímos pero afortunadamente también lloramos también enfermamos, también morimos. Con todo esto, justifico mi comportamiento, o quizás como solía decir mi padre “excusato non petita acusatio manifiesta”.

Solo doy gracias por no estar allí, que deben pensar, que deben sentir…mejor no imaginarlo. Me han perdido, pero lo único que me escusa es que yo me perdí hace demasiado tiempo, su “Niña de Cristal” había perdido la batalla.

Echare de menos las pequeñas cosas de la vida, los días nublados, la lluvia en la cara, el arco iris en los charcos de gasolina, las risas, la libertad de la vida dependiente. Todo aquello que me demuestra que la vida no se mide por las veces que respiras sino por los momentos que te dejan sin respiración.

Es cierto que mi vida no es un modelo de perfección, pero…la de alguien lo es. Todo el mundo a buscado la libertad, la perfección, la rectitud pero reflexionemos, acaso  filósofos o ideólogos las encontraron. Epicuro encontró la felicidad en cada hecho de su vida o Marx encontró la libertad que tanto defendía.

Según los budistas que “…nuestra vida es como un rio que navegamos en un balsa hacia el destino final. El rio tiene su corriente, velocidad, escollos, pozas y otros obstáculos que no podemos controlar, pero contamos con un remo para dirigir la embarcación sobre el agua. De nuestra destreza depende la calidad del viaje…”.

Quizás me arrepienta ahora de todo esto, quizás no somos quienes para terminar el viaje. Pero algo que me queda claro ahora, es que las cosas sencillas son las más difíciles y que muchas veces no sabemos nada de la vida, nada de nada. Solo os pido que no caigáis y que analicéis vuestra vida, valoréis lo sencillo porque esto os llevara a la verdadera felicidad que no es más que esta y saber vivir tu vida.

Y por eso ahora que todavía tenéis tiempo os digo que busquéis, evadáis el dolor y creéis vuestro propio destino porque la inteligencia os dará la voluntad y el placer demostrar que el hombre no vive de la casualidad.